La Santa Eucaristía

 ¿Qué es el Sacramento de la Eucaristía? 


Es Cristo, que sigue viviendo entre nosotros, Él es la fuente y la cima de toda la vida cristiana, y contiene todo el bien espiritual de la Iglesia. Como dijera a sus discípulos en Galilea, antes de ascender al Padre. “Sepan que Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de los tiempos”. Nuestro amadísimo Redentor cumplió su promesa, cuando en la Última Cena, señaló sobre las especies del pan y el vino. “Esto es Mi Cuerpo, coman de él; ésta es Mi Sangre, beban de ella, y hagan esto en conmemoración Mía”.



En la Eucaristía, está presente Cristo con todo Su Cuerpo, Su Sangre, Su Alma, Su Divinidad. Jesucristo vivo y vivificador, nuestro divino Redentor. De esta manera Nuestro Señor Jesucristo obró, por su gran amor, el milagro infinito al instituir la Santísima Eucaristía, con la cual participamos de la Vida eterna mediante la Comunión de su Cuerpo Sacratísimo y de su Sangre Preciosísima. Así Él habita en nuestros corazones.

Consideremos ahora algunos de los principales efectos de la Sagrada Eucaristía en el alma de quien la recibe con fe, porque por muy difícil que parezca la vida, aunque tengamos muchos problemas y se nos cierren los caminos, nos queda el refugio de esa fe. La Sagrada Comunión nos fortalece para luchar en la vida.

La comunión es fuente de energía, la fuerza de la Iglesia Católica, la adquiere del Cuerpo y Sangre de Cristo nuestro Señor. Es el sagrado banquete en que recibimos el Cuerpo y la Sangre de Cristo, en que celebramos el memorial de Su Muerte y Su Resurrección, lo que nos llena de gracia al recibir la palabra de la Gloria Futura.

Jesús cuando instituyó la Eucaristía les dijo a sus Apóstoles “hagan esto en memoria Mía”, lo que significa, un recordatorio perene de Su muerte, al dar a sus fieles, hasta la consumación de los tiempos, Su Cuerpo y Su Sangre, bajo las especies de pan y vino. Por esto la Santa Misa, es un tesoro inestimable que, aún hoy en día, es el mismo Cristo quien renueva en cada Celebración el Sacrificio del Calvario que ofreció aquélla noche del Jueves Santo.

Nunca debemos olvidar que no se mueve la hoja del árbol, sin la voluntad de Dios. Por lo tanto, debemos considerar la Eucaristía como Acción de Gracias y alabanza al Padre, como memorial del Sacrificio de Cristo y de Su Cuerpo, como presencia de Cristo por el poder de Su Palabra y de Su Espíritu y podemos agregar que la Eucaristía es el vehículo sensible de gracia y salvación a través de la recepción de Cristo, bajo las especies de pan y vino, que se convertirán en Su Cuerpo y Su Sangre y que recibiremos, así, el contacto directo con el Padre.





Comentarios

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

El Discípulo Amado